sábado, 9 de marzo de 2019

Resultado de imagen de Lc 5,27-32
El hombre es débil y sucumbe a las tentaciones. Necesita prepararse y fortalecerse para luchar contra ellas. Es fácil, casi sin darse cuenta, tener nuevos ídolos que desplacen a Dios. El dinero, el poder, la gloria, la fama…etc. Son tentaciones que sustituyen a Dios alejándolo de nosotros.
               
La Cuaresma es un tiempo que nos advierte de este peligro y nos propone un plan de discernimiento, de silencio y retiro para prepararnos y no caer en estas tentaciones que merodean en nuestra vida. Se hace necesario nuestro esfuerzo y nuestra voluntad.

Por eso, la oración, el ayuno y la limosna nos pueden servir para ayudarnos a despojarnos de muchas cosas a las que nos sentimos atados y sometidos. Porque, no se trata sólo de privarnos de comer o de dar dinero, sino también de dar de nuestro tiempo y de nuestros talentos compartiéndolos con los más necesitados.

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