En más de una ocasión hemos
oído decir: “Si no lo veo no lo creo”, y esa frase encierra cierta incapacidad
para comprender. Porque, lo que no se comprende difícilmente se puede creer, e
incluso, viéndolo se nos hace difícil creerlo.
Observamos eso en los
apóstoles. No entendían lo de la resurrección de Jesús y, a pesar de convivir
con Él tres años y ver todas sus obras, su naturaleza humana se resistían a
creerlo. Llegado el caso ocurrió de forma explícita con Tomás.
Y también ocurre con
nosotros. Hemos recibido el testimonio de los apóstoles y los sacramentos a
través de la Iglesia, continuadora de su misión. Compartimos nuestra fe en la
comunidad parroquial y, sin embargo, nuestra fe es incipiente y falta de
compromiso y profundidad. Pidamos la Gracia de que se fortalezca y aumente.
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