Sin fe no se puede creer,
pues la fe necesita fiarse y creer en algo que no se ha visto y menos demostrar.
La fe es la prueba de la confianza y del fiarse de la Palabra de Jesús. La fe
es dar crédito a aquello que no entra en nuestra cabeza pero que creemos por
las obras y la palabra de quienes dan testimonio de lo que han visto.
Sus discípulos son los
testigos y nos lo transmiten tal y como lo han visto. Ellos son los
destinatarios del mensaje revelado para transmitirlo a los demás. Y son los
demás los que tendrán la libertad de aceptarlo o no.
Ahí entra en juego la fe. No
hay otro camino. Te fías de su Palabra o te fías de la palabra del mundo. Y en
el mundo sabes ya lo que te vas a encontrar. Su camino no te lleva a ninguna
parte sino a la desesperanza y perdición. Jesús ha Resucitado y ha subido a los
Cielos. De allí, cuando lo decida, vendrá a buscar a aquellos que creen en Él.
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