lunes, 26 de octubre de 2020


Resulta que, cuando el hombre se cree grande, e incluso en nombre de Dios, pone leyes, se olvida de que el amor a Dios va unido también al amor al hombre. De modo que, poner una ley para glorificar a Dios olvidándote del hombre produce contradice al amor de Dios.

Porque, ocuparme de Dios y poner leyes para honrarlo, despreocupándote del hombre, no es honrar a Dios, sino contradecirlo. Ya que amar y glorificar a Dios es amar al hombre. De modo que, cuando alivias el dolor del hombre das un fuerte abrazo a Dios.

Por todo ello, las leyes y normas tienen que dirigirse al bien del hombre y darle prioridad. Incluso si se trata de un sábado, pues, el descanso de Dios es ver el bien y la justicia y la paz entre los hombres. Amén

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