sábado, 31 de octubre de 2020


En el Evangelio de hoy sábado, Jesús nos deja muy claro el inconveniente de ser prepotente y vanidoso. Nos lo explica muy bien en la parábola del convidado a la boda. Y nos enseña que la humildad es la puerta para llegar al corazón de las personas.

El acceso al único y principal banquete – el que interesa a todos – aunque muchos lo ignoran e incluso dan la espalda a esa invitación, exige la etiqueta de ese traje de la humildad. Es el traje exigido y obligado y revestido de otro seremos expulsados. Por eso conviene ser humildes.

De nada nos sirve ocupar los primeros puestos e ir por la vida dando esa imagen que, quizás no somos, y reclamando admiración y privilegios si luego, al final de tu vida, te reclaman tu lugar verdadero y a ocupar el puesto que verdaderamente debes ocupar según tus obras. Será cuestión de reflexionarlo profundamente.

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