Cuando la vida viene mal, todo se torna sufrimientos y dolor. Experimentamos como una maldición, pero, nuestra fe nos dice que Dios está presente. Sin embargo, si nuestra vida se alivia, ¿no nos sucederá a nosotros lo mismo que aquellos nueve leprosos desagradecidos?
El número diez es un número que indica plenitud, totalidad. Y al escoger ese número el evangelista quiere indicar la totalidad, es decir, el mundo. El mundo tiene sobre la mesa la salvación, ¿y cuántos la aceptan y la cogen? Muchos ni la miran e incluso, le dan la espalda.
Es cuestión de plantearnos, por muy mal que nos vayan las cosas, que Dios no se ha ido, y es nuestro Padre. Por tanto, sabe lo que nos está ocurriendo y escucha nuestras lamentaciones. No perdamos la fe, porque el dolor y sufrimiento, como la muerte, no tienen la última palabra.
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