Aquellos que se cierran egoístamente y entierran los talentos recibidos están traicionando su propia esencia, el amor. Porque, hemos sido creados por amor y para amar. Y amamos cuando servimos. Servimos a los otros poniendo en servicios todos nuestros talentos recibido.
Nos dice el Papa que quienes no viven en esa actitud de
servicio no sirven para vivir. Y esa es nuestra experiencia, aquellos que
viven para acumular, atesorar y tener, pierden el sentido de sus vidas. Al
final se encuentra la desesperación y el vacío, porque, nuestros bienes tienen
sentido cuando realmente se comparten y se utilizan para servir.
Y esa es la Voluntad del Padre. Ha repartido entre sus hijos esos talones que ha dado de forma diferente y según le ha parecido. Y, nosotros, sus hijos, estamos llamados a darlos de la misma forma que lo hemos recibidos. Es decir, gratuitamente. Y, precisamente, en ese dar se esconde nuestro gozo y felicidad.
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