
Jesús, nos dice el Evangelio, enseñaba con autoridad. Una autoridad que nace de la Verdad y del Amor. Y eso se nota y desprende admiración. La verdad busca siempre el bien y la justicia y se realiza en el amor. Esa enseñanza, proclamada por Jesús, desprende admiración y autoridad.
Hay momentos en los que nos confundimos y pensamos que hay que imponerse y obligar a obedecer. Nos equivocamos, porque la verdad nunca se impone, sino se propone. Perdemos la noción de lo que realmente es autoridad, y la confundimos con autoritarismo e imposición.
La verdad huele siempre a amor y sus efectos son bondad y misericordia. Cuando se habla en verdad, se habla en amor. Entonces descubres que hablas con verdadera autoridad. Una autoridad que impulsa a escuchar, abrir tu corazón y aceptar tu palabra.
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