Jesús vivió entre los hombres de su época y lugar, y entre ellos se movió haciendo el bien, curando enfermos y expulsando demonios. Su verdad y amor descubrían una autoridad nueva y admirable.
Todos lo buscaban para que les curase sus dolores y enfermedades. Sin embargo, Jesús sabe que tiene que ir a otros lugares y recorrer la región anunciando la Buena Noticia. Una Noticia que nos libera del pecado y, a pesar de nuestra muerte en este mundo, nos resucita para la Vida Eterna.
Por tanto, no dejemos de seguir a Jesús y de perseverar en sus enseñanzas porque el Maligno está al acecho y conoces nuestras debilidades y apetencias para seducirnos y hacernos caer en el pecado. Conviene, pues, estar siempre vigilante y acompañados en la comunidad – parroquia – o grupos apostólicos.
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