
Se hace preciso descubrir la importancia de nuestro pecado. Está dentro de nosotros y, aunque el cuerpo también necesitamos cuidarlo, nuestra alma es lo más importante. Si algo no hace mucho daño es el pecado.
El pecado nos separa, nos distancia, nos pone de espalda a Dios para que nos miremos a nosotros mismos y creamos que con nuestras propias fuerzas podemos arreglar la historia.
Además, según nuestras propias conveniencias e intereses. Así sucedió con Adán y Eva y está sucediendo ahora también. Jesús viene para eso, para perdonar nuestros pecados. No es un sociólogo, ni líder ni taumaturgo. Es el Verbo encarnado, por tanto, con poder para perdonar los pecados. Y nos da un signo, la curación del paralítico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.