domingo, 17 de enero de 2021


Una tarde con Jesús basta para que nuestro corazón, si está abierto a su Palabra, se encienda eternamente. Eso ocurrió con aquellos jóvenes que, siguiendo la sugerencia  de Juan el bautista, fueron al encuentro con Jesús. Uno de ellos recordará siempre que eran las cuatro de la tarde.

También tú y yo tenemos una hora que señalará nuestro encuentro con Jesús. Puede ser aquella voz de ese amigo que te habla; o quizás aquel momento de retiro o de encuentro en la parroquia o el buen testimonio que presenciarte un día. ¿Qué ha sucedido, no le has seguido?

La experiencia nos revela que Jesús transforma nuestros corazones hasta el punto que derramando su Gracia la queremos compartir con todos los que están a nuestro lado o nos salen al paso. Así sucedió con Andrés que, encontrando a su hermano Simón lo llevó al encuentro con Jesús.

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