lunes, 1 de marzo de 2021

 

Nuestra naturaleza está predispuesta al juicio. Juzgamos sin tener conciencia ni pruebas objetivas. Suponemos y juzgamos. Quizás no nos hemos preguntados, ¿quiénes somos nosotros para juzgar? ¿Acaso nos erigimos en jueces de los demás? Amar supone actuar con misericordia.

Y la misericordia supone compasión y perdón. Supone no condenar y ser generosos en comprensión y bondad. En una palabra, todo está contenido en esa actitud amorosa que Jesús nos propone. Pero que, previamente Él ha dado el primer paso.

Porque, es nuestro Padre Dios quien, primero, se ha compadecido de cada uno de nosotros, nos ha perdonado no condenándonos ni juzgándonos y ha sido infinitamente generosos con todos nosotros entregándonos a su Hijo predilecto para con su Muerte y Resurrección darnos la posibilidad de recuperar nuestra dignidad de hijos.

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