Hoy, la Iglesia celebra un día muy importante. ¡No estamos solos ante los peligros que nos tiende el Maligno! ¡Tenemos un defensor, el Paráclito prometido! Él nos auxiliará, nos defenderá y nos alumbrará el Camino que nos conduce por la senda de la Verdad y de la Vida.
Ser conscientes de que vamos bien acompañados y de que nuestra victoria está garantizada, nos dará fortaleza y esperanza para soportar y superar todas las adversidades que nuestras propias cruces nos presentarán. Por eso, ¡llenos de Espíritu Santo sigamos adelante!
Tenemos la promesa de la Infinita Misericordia del Señor: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
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