Es cierto que cuando la vida nos sonríe todo parece hermoso. Llegamos a manifestar que la vida es maravillosa y todo se vuelve hermoso y agradable. Pero, por desgracia eso no se sostiene en el tiempo y, a veces de repente, y otras con el tiempo, la situación cambia y se vuelve al contrario.
Y, cuando la vida se hace difícil, dura, sufrida y dolorosa, todo se nos vuelve oscuro, insoportable, triste, lleno de lamento y llanto. Entonces, levantamos la mirada y miramos al cielo, porque, solo de arriba podemos encontrar respuestas y fortaleza para seguir nuestro camino.
Nuestra meta es el cielo, y tarde o temprano caminamos hacia él. No tenerlo en cuenta nos traerá sufrimientos y dolores que, a pesar de tener que sufrirlos inevitablemente, los soportaremos de otra forma y con gran esperanza si lo hacemos injertados en Jesús.
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