Ser
auténtico no es fácil: exige humildad, valentía y una mirada limpia. La
hipocresía se disfraza de bondad, pero la autenticidad irradia luz.
Dame,
Señor, un corazón humilde, misericordioso y limpio de toda inmundicia que me
impida ser manso y humilde como Tú. Dame la Gracia, de vivir pobremente en tu
Voluntad. Amén.
A veces conviene detenerse, respirar y recordar que la verdad no necesita violencia: se defiende sola, con la serenidad de quien vive con autenticidad.
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