No olvidemos que la misión a la que cada cual ha sido
llamado, no la podemos cumplir sin contar con la Gracia de Dios. Fijándonos en
Juan el bautista, vemos que él se preparó y, retirado al desierto, fue fortaleciéndose
para cumplir con la misión encomendada.
Posiblemente nosotros tengamos que hacer lo mismo. No podemos responder a la llamada del Señor contando con solo nuestras fuerzas. Necesitamos la Gracia de Dios y también nuestra disponibilidad a alimentarnos y prepararnos poniéndonos en manos de su Espíritu.
El mismo Jesús lo hizo antes de empezar su obra retirándose al desierto, y luego en cada momento de su Vida en relación con su Padre del Cielo. ¿Cómo esperamos nosotros prepararnos, luchar y fortalecernos para caminar por este mar de tentaciones y seducciones que nos pone este mundo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.