Es de sentido común, ya así se proclamó dogma de fe, que la Madre de Dios, la Virgen Santísima, llena de Gracia e inmaculada de toda mancha de pecado, fue asunta al Cielo en cuerpo y alma. No se puede concebir de otra forma.
Y a ella, como Madre nuestra también, pedimos que interceda, como también intercedió por la primera comunidad cristiana, para que nosotros, hijos suyos también podamos encontrar, como ella, el camino que nos lleva a un encuentro personal y profundo con su Hijo.
Nos conforta y nos llena de esperanza el tener una Madre en el Cielo que nos acompaña, intercede por cada uno de sus hijos, nos anima y nos alumbra el camino hacia Belén donde ella concibió por obra del Espíritu Santo la Luz que alumbra y salva al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.