lunes, 25 de octubre de 2021

 

Nuestro destino no está en este mundo sino en aquel del que nos habla y nos anuncia Jesús. Por tanto, levantar nuestra mirada es sinónimo de buscarle a Él y de, en Él, pedirle que enderece nuestras vidas. Porque, sólo Tú, Señor, puedes enderezarlas.

Un mundo, Señor, encorvado por las ideologías que amenazan y proponen el fin de valores naturales enraizados en lo más profundo del corazón humano. El fin de la familia ─ célula de la sociedad ─ donde el hombre se forja en los valores, en la verdad y la justicia.

Un mundo, Señor, lleno de normas y prohibiciones que limitan la libertad y ponen la ley del hombre por encima de la Ley Natural, esa Ley del Amor, la Verdad y la Justicia que Tú, mi Señor, has sembrado en lo más hondo y profundo de nuestro corazón. Amén.

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