En
muchos momentos de nuestra vida nos resulta mejor buscar y pedir el milagro –
que nos da todo hecho – que el esfuerzo y el trabajo. Es la tentación del
camino más corto, rápido y fácil. Y nos ponemos en manos del tentador.
Aparentemente,
la vida parece sonreírnos y nos invita a poseer, tener, a ser grande y poderoso
– segunda tentación – en este mundo. Sin embargo, todo son espejismos que el
mundo nos presenta poniéndose a nuestros pies. Luego, todo desaparece y solo
queda el vacío y la perdición.
Nos complace la admiración de los que nos aplauden y se dejan sobornar por nuestro poder rindiéndose a nuestros pies. Nos encanta, seduce y nos llena de gozo. Un gozo de éxito y fama caduca, que pronto se derrumba y se viene abajo. Caemos en la tercera tentación.
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