viernes, 28 de febrero de 2025

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

No se trata de comerse una fruta y luego tirarla.  No es el hombre o la mujer una fruta para consumir y luego tirar. No hablamos de objetos ni de intereses, hablamos de amor, que con mucha frecuencia confundimos con pasión, gusto, placer u otras cosas.

Eso es lo que busco, lo que persigo y no alcanzo a lograrlo, Señor. Busco y quiero un corazón semejante al Tuyo, porque, sé y creo que Tú me has creado en semejanza al Tuyo. Dame, pues, Señor un corazón semejante al Tuyo.

Y en la elección y el descubrimiento está el primer paso. No es cuestión de amor a primera vista, ni de encuentro, gusto y placer. Se trata de un proyecto de verdadero amor, que se da y se recibe, que se goza y se sufre, y se proyecta en unos hijos en los cuales ese amor perdura, se une y crece. No se entiende que se consuma, que decrezca ni que se acabe. A pesar del gozo o el dolor persevera unido porque en esa unidad está su fuerza y verdadero sentido que se alimenta en el Señor, quien los une hasta la muerte.

El bien acepta a todos sin ninguna distinción. Quienes hacen bien son aceptados por todos sean del color que sean, porque no importa de donde venga, sino lo que realmente hacen. Quienes hacen bien, realmente aman y, evidentemente, están con el Señor: Amor y Misericordia Infinita.

Mi lucha diaria, Señor, es  contra mí mismo, porque hago lo que no quiero hacer, y dejo de hacer lo que me gustaría. Me someto a mis debilidades, pasiones y egoísmos, y me aparto de tu Voluntad.  Dame, Señor, la fortaleza y sabiduría para sobreponerme y vencerme. ¿Sálvame, Señor!

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