Nuestro fundamento
de fe está apoyado en la muerte y Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios Vivo.
En Él no hay confusión ni duda porque ha vencido la muerte y siempre está
presente en nuestra vida. Su Palabra es actual y eterna, fortalece y da sentido
a nuestra vida.
Señor, pensaba
hace un momento: ¿Soy un pecador? Pues claro que lo soy. Entonces, mi camino
está y estará llenos de pecados. Pero, Señor, contigo puedo soportarlos,
aceptarlos e, incluso vencerlos. Por eso, te necesito, Señor, a mi lado para
recibir tu fuerza, tu paciencia, tu capacidad para calmarlos, suavizarlos y
vencerlos. Amén.
Cuando nuestra
mirada se desvía y pone su apoyo en otras personas o cosas, corremos el riesgo
de desilusionarnos o derrumbarnos cuando esas personas o cosas, donde nos hemos
apoyado, se desvanecen o caducan. Sólo Dios es eterno, nunca pasa y es actual.
Su Amor es Infinito y Misericordioso y se mantiene firme.
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