No se trata de
perder, todo lo contrario. Se trata de ganar, porque cuando uno experimenta el
dar y darse, experimenta – valga la redundancia – gozo y alegría. Supongo que todos
aquellos que lo han vivido lo habrán experimentado.
Sé, Señor, que sin
Ti mi vida pierde toda posibilidad de salvación. Tú eres la única Luz que puede
alumbrar mi vida y tu Espíritu entró en mí por la Gracia del Bautismo. Desde
ese momento me abro a su acción y le pido que dirija y mande en mi vida. Amén.
Eso sí, hay una
lucha entre lo que tienes y lo que desalojas. Nuestro egoísmo se revela y se
opone a que demos lo que tenemos y compartamos, no sólo lo que tenemos, sino
también lo que somos: nuestras cualidades, nuestro tiempo, nuestros talentos …
etc. Se trata de vencer al pecado que nos confunde, trata de seducirnos y de
apartarnos del amor. Ese amor que nos identifica y asemeja a nuestro Padre
Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.