Es evidente que
estando de fiestas no cabe el ayuno. O comemos o ayunamos, esa es la
disyuntiva. ¿Dejamos al novio solo en su fiesta, o le acompañamos y
participamos en su invitación? Es lógico y de sentido común que estando con el
novio no ayunaremos.
Sé, Señor, y por eso
te doy gracias, que tu presencia es vital para mí. Sin ella me desoriento, me
pierdo y me siento tentado por el mundo, demonio y carne. Fácil de ser seducido
y tentado al pecado. Por eso, Señor, te necesito y quiero empaparme de Ti para
contigo superar todos mis egoísmos. Amén.
Otra cosa es cuando el novio no esté entre nosotros. Cuando por las circunstancias que sea nos veamos solos, alejados de Él. Entonces necesitaremos sacrificios, renuncias, ayunos y todo lo que haga falta para recuperar su compañía y aceptar nuestra cruz añadida a la que Él ha aceptado por salvar nuestras vidas. Pero, en Él encontraremos siempre paz, alegría, gozo y amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.