A
Jesús le interesa que nos esforcemos por entrar en el Reino. Eso nos lleva a rechazar el camino ancho y cómodo, donde solo pienso en mí, y
elegir la puerta estrecha, por donde no cabe la iniquidad.
Quiero
amar, Señor. Me doy cuenta de que solo el amor puede hacerme feliz, pero
reconozco que no tengo esa capacidad de amar como Tú. Enséñame, Espíritu Santo,
a amar como lo haces Tú.
Solo
entra quien se despoja de todo aquello que le impide avanzar. Por esa puerta solo cabemos en la sencillez de hijos y hermanos.
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