domingo, 2 de marzo de 2014

LA NOCHE, UN BUEN MOMENTO PARA PENSAR

Tenemos tres características que nos unen y nos identifica como hermanos creados por el mismo Padre. Todos los hombres deseamos y anhelamos ser felices. Pero también aspiramos a la vivir eternamente, al menos eso deseamos. Y experimentamos que este mundo no responde a esos deseos que sentimos muy dentro de nosotros.

También experimentamos que cuando amamos de forma desinteresada, sin condiciones y gratuitamente, nuestro corazón se llena de gozo y felicidad. Concluimos que tenemos un ADN espiritual, común a todos los hombres, que nos iguala y nos hace hijos del mismo Padre.

¿Por qué los que son concebidos dentro del seno de sus madres los excluimos y asesinamos? ¿No son también nuestros semejantes y, por lo tanto, hermanos?

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