Admiro a mucha gente, y entre ello a algunos compañeros en su perseverancia y voluntad para estar cuidando la forma y mantener la actividad física con largas caminatas y paseo en bicicletas, cuando no a pie. Transmiten fuerza de voluntad y una fe en el ejercicio físico como complemento necesario para mantenerse bien y cuidar la salud.
Sin embargo, me pregunto que por mucho que se afanen, en vano sus esfuerzos porque, tarde o temprano, les vendrá su hora y su deterioro con la muerte. Lugar que todos, a muy pesar nuestro, visitaremos. No obstante, no quiero significar ni decir que esos esfuerzos no sean convenientes, buenos y necesarios, pues también debemos y tenemos que cuidar nuestro cuerpo.
Pero, resulta paradójico que existiendo la posibilidad de, sin dejar de cuidar lo uno, cuidar el espíritu que mantiene la esperanza de conservar ambos eternamente, a eso no se le preste cuidado ni se tenga en cuenta.
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