Cuando quieres dominar tus pasiones o tus impulsos te sometes a tus propios controles, ya sean físicos o mentales. Se hace necesario ejercitarnos para llegar a dominar nuestra voluntad y emplearla para nuestro bien y para lo que queremos realizar.
De la misma manera, será bueno privarnos de gustos, caprichos y cosas superfluas que nos impidan vivir y realizar las necesarias y fundamentales. En ese sentido, el ayuno, la limosna y la caridad son tres ejercicios que nos ayudan a perfeccionarnos. Pero lo verdaderamente importante no es hacer un cuadro de gimnasia y ya está, sino vivenciar cada día estas actitudes de sacrificio, de desprendimiento y generosidad para que nuestro amor sea cada vez más puro y caritativo.
Dar no es tanto desprenderte de algo sino compartirte y repartirte con los demás.
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