Una buena comida, una buena música, una joya, unos zapatos, un buen coche, una vida de fama, diversiones y hasta salud y más cosas... Te hacen feliz, pero nunca te garantizan que esa felicidad se sostenga. El menor contratiempo o enfermedad echa abajo toda esa felicidad aparente.
Aparente porque está apoyada en espejismos movedizos que se hunden en el tiempo, y que no satisfacen plenamente. Detrás de cada instante de alegría o felicidad se esconde el vacío de lo finito, de lo caduco y temporal. Tú quieres ser feliz plenamente y experimentas que por ese camino tu felicidad se consume, cuando no tiene más de tristezas e insatisfacciones que de auténtica felicidad.
Sin embargo, el hombre continúa ciego y agarrado a esas cadenas que lo inmovilizan y le someten. ¿Es qué ha perdido la esperanza?
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