Nadie está apartado ni excluido de transmitir la Palabra de Dios. Y nadie lo está, porque todo bautizado queda configurado como sacerdote, profeta y rey, y ese compromiso le exige libremente dar testimonio de su fe.
Pero es más, todos, incluso los no bautizados, han sido creados para amar, y es el amor lo que hace al hombre feliz, por lo que su vocación es amar. Y cuando ama transmite el Amor, porque su semejanza con Dios, su Creador, le hace reflejarlo.
Por tanto, todos hemos sido enviados a proclamar la vida en el Amor de Dios. Quién no ama se frustra y se niega.
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