No es nada fácil ser coherente, porque tu palabra te exige cumplirla, y hay momento que se hace duro hacerlo. Sin embargo, ser coherente te dignifica y te da credibilidad y honor, y engrandece a tu palabra. Juan, llamado el Bautista, vivió así. Fue coherente con su palabra.
Y Jesús también lo hizo. Vino a dar cumplimiento a la Palabra del Padre y de acuerdo con su Voluntad así vivió y habló. No fue del agrado de los hombres, pero eso no le impidió ser fiel a la Voluntad del Padre hasta el extremo de entregar su vida por cumplirla.
Nosotros, sus seguidores, ¿estamos también en esa actitud coherente de vivir de acuerdo con su Palabra?
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