sábado, 13 de septiembre de 2014



La vida, por experiencia, sabemos que tiene momentos hermosos y momentos tristes. ¡Y no para todos! Para muchos la vida es más triste que hermosa. Todo depende de ti y de tus circunstancias, que a veces son insuperables o ajenas a tus deseos.

Pero la realidad es que tanto la alegría como la tristeza forman parte de nuestra vida y nos acompañan durante el recorrido de nuestra vida. La cuestión es gozar de las alegrías y aceptar las tristezas, no porque las queramos sino porque a través de ellas crecemos y mejoramos, sobre todo, espiritualmente.

Y, ¡claro!, caminando junto al Señor todas esas alegrías y tristezas son, mejor vividas y aceptadas. Porque sólo Él da sentido a nuestra vida.

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