domingo, 30 de noviembre de 2014



Cuando uno está seguro de una cosa no hace falta que se la enseñen, se fía y basta. Tener confianza es buen síntoma y da paz y seguridad. Hoy es algo muy escaso en nuestro mundo, se desconfía de casi todo, incluso hasta de hermanos, y muchas veces hasta de padres.

Es muy aleccionador contemplar históricamente como aquel centurión creyó en Jesús hasta el punto de decirle que no hacía falta que fuese a su casa. Simplemente con una orden suya, su siervo quedaría sanado. Porque él, siendo un hombre limitado, tenía a otros hombres bajo su mando y le obedecían.

Surge en nosotros una pregunta, ¿creemos  así también nosotros en Jesús?

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