sábado, 29 de noviembre de 2014



No sabemos la hora ni el momento. Muchos nos despreocupamos porque pensamos que la hora está lejos. Incluso creemos que a nosotros no nos llegará así de repente. Dejamos la ocasión de reflexionar o pensar en eso para más adelante. De momento nos olvidamos y tratamos de vivir bien según nuestros gustos e ideas.

No nos interesa pensar en el final. No nos gusta y sentimos miedo. Pero independiente de lo que sintamos, la realidad es que la hora llegará. Llegará sin avisar y, de no estar preparado, nos puede sorprender. Se impone reflexionar y cuidar nuestra vida vigilando que hacemos con ella.

No se trata de administrarla nosotros, pues seguro que nos equivocamos. Se trata de ponernos en Manos del Espíritu Santo y entregarle nuestro corazón para está prestos y vigilantes esperando la venida del Señor. Porque seguro que viene, pues su Palabra tiene siempre debido cumplimiento.

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