sábado, 25 de abril de 2015



La experiencia revela eso que digo. Ayer proclamé la Buena Noticia de Jesús delante de, aproximadamente, setenta personas, y la impresión, salvo una que se acercó como agradecida y entusiasmada, fue de cierta indiferencia y deseos de pasar página a lo oído.

No hay respuesta ante la oferta de felicidad plena y eterna que Jesús ofrece gratuita. Felicidad que se esconde bajo el compromiso de amar. Porque sólo amando puedes encontrar esa felicidad que buscas.


Sin embargo, a pesar de las señales, milagros y curaciones, muchos apuestan porque en el mundo puedan encontrar eso que buscan. Ciegos que se dejan guiar por otros todavía más ciegos.

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