La experiencia revela eso que digo. Ayer proclamé la Buena Noticia de Jesús
delante de, aproximadamente, setenta personas, y la impresión, salvo una que se
acercó como agradecida y entusiasmada, fue de cierta indiferencia y deseos de
pasar página a lo oído.
No hay respuesta ante la oferta de felicidad plena y eterna que Jesús
ofrece gratuita. Felicidad que se esconde bajo el compromiso de amar. Porque
sólo amando puedes encontrar esa felicidad que buscas.
Sin embargo, a pesar de las señales, milagros y curaciones, muchos apuestan
porque en el mundo puedan encontrar eso que buscan. Ciegos que se dejan guiar
por otros todavía más ciegos.
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