La palabra es la primera piedra para
construir un edificio, pero con ella sólo se inicia la idea. Se necesitan obras
que la sedimenten y la consoliden, y la haga veraz y realidad.
Cuando la idea se queda solo en la
palabra, se difumina y derrumba, y la palabra pierde notoriedad y credibilidad.
Hace falta que las obras den respuesta y la confirmen.
Al final, la palabra necesita de obras,
porque obras son amores y no buenas razones.
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