Un hombre solo no se siente bien. Necesita el grupo o la comunidad para
sentirse útil. Su capacidad de amar le exige relacionarse y darse.
Cuando el hombre no consigue relacionarse se siente frustrado. Necesita
la relación para desplegar y dar su capacidad de amar. Los pueblos nacen de esa
necesidad comunitaria.
El hombre descubre que ese amor que habita en sus entrañas le ha sido
infundido por el Creador. Porque el Dios del que su Hijo Jesús nos habla es
precisamente Amor. Y por Amor el Hijo entrega su Vida para salvar al hombre, y
el Espíritu Santo lo guia por ese camino.
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