Aparentamos humildad, pero en lo más profundo de nuestro
corazón hay escondido un deseo vanidoso y de ser admirado. Es la tentación del
pecado que nos limita y nos corrompe.
Falseamos de forma hipócrita nuestra humildad disimulando
rechazar elogios o halagos, pero de no recibirlos pasaríamos al contraataque.
Nos escondemos dentro de una humilde apariencia con la que ocultamos nuestra
verdadera actitud.
Sin embargo, lo importante es encontrarse con la verdad que
habita dentro de ti y dejarla salir para vencer esa apariencia y reflejar la
auténtica verdad de tu persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.