El peligro de apartarme del Señor está en que el mundo me tienta y pueda separarme de Él. El Espíritu Santo no se ha quedado para cruzarse de brazo, sino para auxiliarnos y ayudarnos a vencer al mundo.
Y el mundo nos ofrece muchas oportunidades que nos satisfacen y nos llenan de ilusiones. Pero ilusiones que se apoyan en arenas movedizas. Son falsas ilusiones que cuando más confiados y alegres estamos nos dejan en la estacada.
Necesitamos no separarnos de Jesús. Tenerlo cerca como los apóstoles, porque de esa forma podemos acudir a Él en suplica de auxilio. Y también seguros que nos atenderá en el Nombre de su Padre del Cielo que lo ha enviado para salvarnos.
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