Jesús nos invita a despreocuparnos de nosotros mismos y a trabajar
de manera desinteresada para otros y para que otros se sirvan de nuestro
trabajo. Cuesta entenderlo, pero Él lo ha hecho así.
También nos lo propone a nosotros, y nos descubre que es ahí
donde encontraremos la verdadera felicidad. No nos suena bien, pero si lo
intentamos y lo experimentamos parece que sale afinado y con buen sonido.
La verdadera música es aquella que se toca para alegrar y
hacer la vida feliz a otro. Es lo que Jesús nos quiere decir cuando nos invita
a amarnos. Créetelo, es así.
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