Jesús nos
enseña que amar supone desprenderse. Pero no sólo desprenderse de cosas
materiales, quizás esas no sean las más difíciles, sino de sentimientos, tales
como la soberbia, el orgullo, la avaricia…etc.
Desprenderse
de la soberbia nos exige ser humildes y someter el orgullo nos hace más
propensos a obedecer y a matar nuestra suficiencia. Posiblemente estos despojos
sean más urgentes y necesarios en el tiempo, porque ellos nos
ayudaran a revestirnos de los buenos, humildad, obediencia, caridad…etc.
Y en la
medida que practiquemos y nos esforcemos en estos despojos, iremos creciendo en
capacidad para amar. Es evidente que no será nada fácil conseguir estos
desprendimientos, yo diría imposible, si los acometes con tus propias fuerzas.
Te será imprescindible la Gracia de Dios y la fuerza y asistencia del Espíritu
Santo.
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