Jesús fue avisado que Herodes trataba de matarlo, pero,
seguro de su Misión, no huyó, sino que continuó a Jerusalén donde le esperaba
una muerte de Cruz.
Sabía que su Padre no le abandonaría y que le devolvería la
Vida, pues escrito estaba que al tercer día resucitaría. Y en esa confianza
siguió el camino y la misión para la que había venido.
Nos corresponde a
nosotros, ahora, continuar nuestro camino dando testimonio de su Resurrección
en donde quiera que estemos. Sin miedo, y seguros que en Él, el Padre, nos
resucitará también.
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