miércoles, 23 de diciembre de 2015



En nuestras vidas, también todos tenemos algo que hacer. Posiblemente nos ocurra que no escuchamos al Espíritu Santo, y hasta nos parezca infantil y perder el tiempo hacerlo. Dirigimos nuestra propia vida según nuestros intereses y apetencias.

También descubrimos que, al final, la vida que hemos elegido seguir queda  vacía y sin contenido ni sentido. Sin una esperanza eterna que todos sentimos y experimentamos en nuestros corazones, la vida se va apagando rutinariamente y sin sentido.


Pero, quizás sea tarde para muchos, y no tenga la fuerza de levantarse y humillarse, para elevar su espíritu y abrir sus corazones a la esperanza y eternidad. No olvidemos nunca que nuestro Padre Dios es Infinitamente Misericordioso, y ha venido precisamente a perdonarnos.

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