Todo es Gracia por la
Misericordia de Dios. Somos salvados por su Misericordia. Somos limpios por su
Misericordia. Somos fuertes y capaces de superar los obstáculos por su
Misericordia. En Él y por Él somos salvados para la eternidad.
Y esa Misericordia, recibida
gratuitamente, por la Gracia de Dios, nos exhorta a ser también nosotros
misericordiosos incondicionalmente, como Jesús hace con cada uno de nosotros.
Y experimentamos impotencia ante las vicisitudes que
nos presenta la vida. Sólo en Él seremos capaces, por su Gracia, acercarnos misericordiosamente
a los demás. Y eso te queremos pedir en esta noche, Señor.
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