miércoles, 20 de enero de 2016



La ambición nos ciega de tal manera que hacemos cosas que, no estando al margen de la ley, si son cosas que perjudican al bien general de las personas. Y, en otras ocasiones, la tan desmedida ambición nos lleva a ignorar la ley y el bien común.

Nuestra mente distorsiona la realidad y justifica nuestras actitudes contrarias al bien común. Nos auto engañamos buscando razones demagógicas que justifiquen nuestra actitud pareciendo como verdaderas y justas, cuando son, si no injustas, sí inmorales y malas para el pueblo.

Y es que cuando no se busca la verdad, se encuentra la mentira y el mal. Así, muchos preferían dejar de hacer el bien para cumplir con la ley del sábado. El hombre estaba en función del señor sábado, y no importaba su sufrimiento.

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