sábado, 4 de junio de 2016



Cuando no sigues lo que te dicta o señala tu conciencia, no te sientes a gusto. Sabes que no has elegido bien y, lo peor, es tratar de autoengañarte. Y lo haces cuando distorsionas la realidad y tratas de justificar tu actuación. Entonces te estás traicionando, es decir, haces lo que no quieres hacer.
               
Es todo lo contrario con lo que nos cuenta hoy el Evangelio de Jesús. Se va de la vigilancia de sus padres para ir al templo, donde habla, pregunta y responde a aquellos maestros que se quedan estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Jesús sabía lo que tenía que hacer y lo cumplía según la Voluntad de su Padre. 

Y sus padres, que poco entendían, le busca y se sorprenden, pero, sobre todo su Madre, acepta su respuesta y guarda todo en silencio en su corazón, pues sabe que su Hijo es el Mesías enviado para salvar al mundo.

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