viernes, 24 de junio de 2016



Una vida, la experiencia nos lo descubre, se hace no sólo con palabras sino con hechos. Es decir, las obras son las que van a dar sentido a las palabras, ideas y pensamientos. Porque si hay palabras, ideas y pensamientos, pero no hay obras, el resultado es como si no hubiese nada.

Siempre será mejor aquel que, aunque no diga, sus obras hablan por él. Que el otro que diciendo mucho, sus obras le contradice y le silencias sus palabras. El testimonio necesita menos de las palabras que de las obras, porque son las obras las que verdaderamente van a hablar. 

Por lo tanto, concluyendo podemos decir que obras son amores y no buenas razones. La razón, que se hace necesaria tiene que estar acompañada por las obras, porque sin ellas queda desautorizada. Jesús nos lo aclara cuando nos dice: No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. 

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