Al final de tu vida te das
cuenta que lo importante no ha sido atesorar tesoros ni estar por encima de
otros, sino ser respetado y querido por todos aquellos que han participado de
tu vida. Ese tesoro te será más útil y grato que los que haya atesorado con tus
egoísmos y mentiras.
Tampoco lo importante en tu
vida es el éxito alcanzado sino el amor entregado a los servicios de los demás,
sobre todo pobres y necesitados. Y eso es parte esencial de confirmar tu fe y
vivir en el seguimiento del estilo de vida de Jesús de Nazaret. Si falla alguna
de estas patas, por decirlo así, nuestra vida queda coja y mediocre.
Sólo de esa manera, nuestros frutos serán verdaderos
frutos. Y no podremos, siguiendo en ese camino firme como rocas, dar frutos
malos, porque perseverando en la Gracia del Señor sólo se puede cosechar frutos
buenos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.