El hombre concibe el valor las cosas y los hechos por lo que
cuestan y lo que representan. La medida es siempre la dificultad y demanda para
conseguirlas, de tal modo que, todo lo que exige un gran esfuerzo es porque
tiene un gran valor.
Así, bien miradas las cosas, todo lo que se dé gratuitamente
es sospechoso de poco valor e importancia. Se relaciona la gratuidad con el
valor. Y la realidad no es exactamente así, porque la gratuidad no tiene por
qué ser barata o de poco valor. En este caso, lo que Jesús nos promete y
regala, no por ser barato es fácil de conseguir.
El atravesar la puerta estrecha, al parecer no muy difícil,
se hace dificultoso e imposible para muchos. Y difícil para todos. De tal
manera que nadie será capaz de atravesarla sin la ayuda del Espíritu Santo. Morir a uno mismo, condición imprescindible
para poder atravesarla, está fuera de nuestras posibilidades. Sólo con Jesús y
por el auxilio del Espíritu Santo, podemos conseguirlo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.