La vida nos enseña que todos
los hombres fallamos. O dicho de otro modo, experimentamos nuestras debilidades
y nos reconocemos pecadores y débiles ante los retos que la vida nos pone. En
ese sentido, mentimos cuando no aplicamos la misma medida para nosotros que
para con los otros.
Y Jesús, el Señor, lanza
palabras muy graves para estas actitudes farisaicas que impiden y levantan
barreras que obstaculizan que otras personas descubran verdaderamente al Señor. ¡Guías ciegos, que coláis el
mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro
están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro
la copa, para que también por fuera quede pura!».
La vida necesita ir en sintonía con las obras. Corazón y palabra deben dar como resultados obras que reflejen justicia y misericordia, y que se alimenten de la fe. Eso dejará descubrir una transparencia interior que también se podrá ver en el exterior.
La vida necesita ir en sintonía con las obras. Corazón y palabra deben dar como resultados obras que reflejen justicia y misericordia, y que se alimenten de la fe. Eso dejará descubrir una transparencia interior que también se podrá ver en el exterior.
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