viernes, 26 de agosto de 2016



No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios (Lc 4,4). Porque la vida no consiste sólo en comer, sino en vivir. Y la Vida nos la da Dios. No solamente esta, que es transitoria, un camino y temporal, sino la Verdadera, la que es para Siempre. Eterna y en su presencia.
               
Y esa vida no se consigue con el éxito de ésta. Es decir, con dinero, con poder, con riquezas y éxitos, sino con amor. Siendo los últimos, para luego ser primeros. Estando vigilantes y atentos a su llamada y venida. Y para eso necesitamos estar preparados, tal y como nos dice y nos descubre el Evangelio de hoy en la cinco vírgenes sensatas.

Por lo tanto, mirémonos en las vírgenes sensatas y estemos vigilantes y provisto de todo lo necesario para que la lámpara de nuestro corazón permanezca siempre encendida y atenta. Llenémoslo de amor para que sus latidos respondan y estén en sintonía con el del Señor.

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